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Cómo escribir diálogos a contracorriente


El poder de los diálogos cotidianos en El camino normalizando el horror

Diálogos mundanos, fuera de lugar, que normalizan la sordidez y la violencia. En eso consisten los diálogos a contracorriente de Breaking Bad, una de sus señas de identidadEstos diálogos también están en El camino.

Conversación de ascensor

En El camino (Breaking Bad), un barbudo y desaliñado Jesse Pinkman (Aaron Paul) dormita en un agujero a oscuras. Sobre su cabeza, barrotes y sobre estos, una lona blanca translúcida que deja pasar un rayo de sol en una esquina. Son los tiempos en los que Jesse cocina meta en cautividad para garantizar la vida de Andrea (su última relación) y Brock, el hijo de ella.

Todd (Jesse Plemons), uno de sus captores, aparta la lona y pasa a Jesse un cigarrillo encendido atado a una cuerda. A continuación mantienen esta conversación:

TODD
El tío de la KOB sigue diciendo
que va a llover. ¿Tú qué opinas?

JESSE
No lo sé.

TODD
Dijo que había un 40% de posibilidades
ayer. Hoy un 60. O quizá ayer fuera un
50. Pero, de momento… O sea, sí, veo
nubes, pero no diría que son nubes de
lluvia, solo nubes normales. Nubes sin
más. Normales. O eso me parecen a mí.

JESSE
Bueno, esos tíos no siempre aciertan.

TODD
Ya, es verdad. No es que vaya de
experto… ni nada de eso, pero creo que va
a hacer una tarde buenísima.

En otro guion, esta conversación entre tipos corrientes, en una situación ordinaria, posiblemente sería eliminada, pero funciona en El camino.

La importancia de los diálogos que no dicen nada

Rafael Azcona consideraba que un buen diálogo es aquel que «cuando los lees, no entiendes la película». A continuación, el guionista español matizaba el concepto: tampoco cualquier diálogo vale, debe estar en contexto.

El diálogo entre Pinkman y su captor está en contexto: nos sugiere que Pinkman demasiado tiempo cautivo en el hoyo, tanto que sabe cuándo lloverá. También nos revela que Brock quiere mostrarse cercano como uno de esos vecinos que en el trayecto del ascensor habla del tiempo o cualquier otra cuestión banal. Pero esto es lo más importante, este diálogo normaliza de alguna manera el horror del cautiverio.

Sin embargo, muchos manuales tradicionales de guion insisten en que los diálogos solo tienen tres funciones:

  • Informativo: «Es el diamante más grande del mundo».
  • Hacer avanzar la trama: «Robemos el diamante».
  • Mostrar cómo es el personaje: «Cuando vendamos el diamante, con mi parte, me compraré una isla desierta».

Es cierto que algunos manuales mencionan los diálogos a contracorriente. Un ejemplo clásico en estos manuales es la declaración de amor en Flashdance que se da en una fundición. ¿No es un ejemplo pobre? ¡El amor está en el aire!: declararse en una hamburguesería o un cementerio no están fuera de lugar porque la urgencia o el deseo lo reclama. En nuestros días, deberíamos mencionar como ejemplo popular de diálog a contracorriente el que mantienen John Travolta y Samuel L. Jackson sobre las hamburguesas en la primera escena de Pulp Fiction. ¡Hamburguesas! No de armas o sobre mujeres.

No es raro que muchos productores y editores de guion exijan rapidez, sobre todo en productos para la televisión o las plataformas, y propondrían una edición parecida a esta:

TODD
El tío de la KOB sigue diciendo
que va a llover. ¿Tú qué opinas?

JESSE
No lo sé.

TODD
Creo que va a hacer una tarde buenísima.

Y a continuación, añadirían la frase para avanzar la trama. Hace años trabajé con un productor cuyo leman era: «Dos frases corrientes y al grano».

Vince Gilligan no teme extender el diálogo sobre la lluvia más allá de lo que, por costumbre, exigen la mayoría de los editores de guion y los productores en España. Además, los actores se toman su tiempo. No tienen prisas para soltar sus párrafos.

La normalización del horror

Gilligan tiene una clara intención con el diálogo: la normalización del horror. Todd actúa como el carcelero que pretende granjearse cierta simpatía con el preso. Por esto, y solo por esto, el diálogo mundano adquiere importancia.

Además, este diálogo si muestra la personalidad de Todd: es un manipulador. Podría dar órdenes a Jesse, pero Todd prefiere que su cautivo no ofrezca resistencia para enterrar un cadáver.

Más adelante, Jesse encuentra una pistola en la guantera del coche de Todd y la coge. Todd se dirige a él manteniento la calma:

TODD
Dame eso, Jesse, dame eso. De
camino a casa, iba a comprar pizza.
Dos de las grandes. Un paquete de
seis cervezas. Cerveza helada. ¿Te
parece bien? Porque hoy te lo has
ganado. Sin duda. ¿Qué pizza te gusta,
Jesse? ¿Qué pizza?

JESSE
La de pepperoni.

TODD
La de pepperoni. Vale. Un clásico.
A mí también me gusta.

Prestemos atención a las palabras iniciales de Jesse: «Dame eso, Jesse, dame eso». El pistolero no amenaza a Jesse con frases manidas del tipo «si me matas, mi tío matará a toda tu familia» o «te encontrarán y arrancarán la piel». Por el contrario, habla de comida. Es una solución que aplaudiría Stephen King, que recomienda en Mientras escribo que los personajes hablen de comida o trabajo en medio del horror, no del horror mismo.

Tras las palabras de Tood, Jesse Pinkman entrega el arma. Ha perdido por completo su voluntad y acepta permanecer en el horror por una pizza. Si Jesse hubiera devuelto el arma por amenazas, esta escena de El camino hubiera sido convencional y ambos personajes habrían perdido matices.

Hasta ahora, nos encontramos que los diálogos de El camino están en situación, pero como indicaba Azcona, no se entiende la película a través de ellos. De alguna manera guarda relación con el subtexto, pero hay una diferencia. El subtexto se da en situaciones donde los personajes no pueden o temen hablar directamente sobre un tema. El diálogo a contracorriente se da cuando los personajes pueden hablar libremente de lo que tienen entre manos, pero prefieren dialogar sobre cuestiones ajenas a sus ocupaciones o preocupaciones.

Otro diálogo a contracorriente ocurre cerca del final. Una escena de un lejano pasado, antes de que Walter se convirtiera en Heisenberg.

La calma antes de la tempestad

Un Walter ingenuo y Jesse desayunan en un bar poco después de cocinar meta en la autocaravana. Este diálogo dura poco más de cuatro minutos. Aquí, un Jesse joven paga un dinero excesivo por una jarra de agua.

el camino
WALTER
Es como si estuviera con Sinatra.

JESSE
¿Verdad?

WALTER
No te has cortado con la piña.

JESSE
¿A qué capullo no le gusta? ¿A usted?

WALTER
Ni fu ni fa.

JESSE
La piña es buena. Tiene bromuro.

WALTER
Bromelina. Pero casi. Bueno, casi, no.

JESSE
¿Va a comer? Debería comer algo.

Y continúan hablando de comida. A Jesse le preocupa que Walter no coma ni tome agua. A Walter le preocupa el futuro de Jesse. Le insiste en estudiar Marketing y Empresariales. Jesse acaba ofendido:

JESSE
Ya tengo título. Estaba a mi lado cuando me lo entregaron.

WALTER
Lo sé, se me había olvidado.

JESSE
Me gradué del instituto, capullo.
Y no gracias a usted, ¿vale?

WATER
No nos desviemos, ¿vale? Lo importante es…
¿Sabes qué? Da igual. No hay nada importante.
Era por hablar.

En este diálogo hay intenciones más allá del homenaje:

  • Gillian muestra un momento antes del caos. Esto solo es posible con una conversación mundana.
  • La maduración de Jesse. El camino del héroe, de alguien que nunca quiso serlo.
  • Cerrar las heridas con su mentor Walter White.

Era por hablar, dice Walter White. Pero pueden decirse muchas cosas con palabras corrientes sin decirlas.

«Cómo escribir diálogos a contracorriente» se publicó por primera vez en Yorokobu el 27 de noviembre de 2019 que ha sido revisado y ampliado para La solución elegante.

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