Cuando estás convencido de que un acontecimiento desagradable o terrible o triste va a ocurrir y no puedes impedirlo, te sientes impotente. Cuando pasa lo que temías, sientes rabia y incluso culpa:
“Si hubiera hecho esto o aquello…”
“Si hubiera dicho…”
“Si hubiera cogido el teléfono…”
Este “mecanismo” puede trasladarse a la ficción para atrapar a los espectadores creando empatía con el protagonista.
El mecanismo de Tiburón
Este recurso tiene una serie de elementos invariables, que NO se ocultan al espectador:
1 ANTECEDENTES
Una muerte violenta o una catástrofe o un estado de peligro (la guerra, un temporal de mil demonios, una calle de tráfico denso…)
2 LA INTUICIÓN DEL PROTAGONISTA
El protagonista sabe que el asesino volverá a matar, que el monstruo devorará rubias o que una persona morirá ante sus ojos.
3 LA IMPOTENCIA
El protagonista no puede influir en los acontecimientos:
- Carece de fuerza o medios para salvar a la víctima.
- Sus advertencias han sido desoídas por sus superiores o las autoridades o el miembro de la familia.
- La víctima está lejos de su alcance: el niño se escapa de su madre y cruza la calle…
4 EL PELIGRO INMINENTE
El tiburón se acerca a la playa, el asesino serial aborda a una chica, el camión no puede esquivar al niño…
5 LA víctima MUERE
Si el guionista quiere jugar con el drama del protagonista, la víctima debe morir. Esta muerte tiene otra función: crea un punto de giro y estructura la película.
6 LA CULPA Y LA RABIA
El protagonista piensa que pudo haber hecho más, haber estado más atento… Está furioso consigo mismo y puede que con los demás (“si esos idiotas me hubieran escuchado…”) Ahora los espectadores comparten los mismos sentimientos que el protagonista.