Miedos que impiden escribir


Uno quiere escribir cosas que merezcan la pena. Pero se llena de miedos que bloquean. Y lo que podría haber sido algo bueno se echa a perder. Escribir sin miedo o contra el miedo debería ser nuestra prioridad.

Miedos que impiden escribir

No estoy preparado

Otro taller de escritura. Otro libro sobre cómo escribir. Otra conferencia. Otro taller. Otro libro… «Quiero una idea para un guion», dices, «pero no estoy preparado». Hasta que llegas a los 33. Toda una vida de cursillos y másteres pero ni una línea.

Realmente solo necesitas una regla para escribir: ponerte a ello.

Sabrán cómo soy realmente

«Si escribo como soy, pensarán que soy un monstruo».

Este miedo conduce a una escritura falsa: clichés de pensamiento y personajes con emociones copiadas de otras películas.

Prefieres que otros piensen: «Lo tuyo se parece a…» a que digan «¿esto lo has escrito tú?

Haré daño a quienes conozco

«Si escribo como veo la vida haré daño a la gente que quiero».

Uno cree que se quedará solo. Quién sabe. Pero si este es tu temor, deja ahora mismo de escribir. Cambia de profesión.

Si escribes cómo ves el mundo, unos creerán que hablas de otras personas y habrá quién se sienta halagado. Porque si eres honesto no reducirás a la gente que conoces a clichés.

Si hay gente que se aparte de ti por lo que escribes, esa gente no debía estar en su vida. Es bueno que se alejen.

Destrozar las expectativas

Has escrito un puñado de relatos. Has ganado algún premio local. Todos dicen que «eres un crack». Te piden que escribas un guion o una novela.

Pero tú no quieres defraudar a nadie: por esto no escribes.

Para engañar a los demás solo hablas de las ideas que tienes en marcha. Ideas brillantes. Todos se quedan boquiabiertos con tus propuestas. Pero levantar un mundo cuesta mucho.

El problema de no empezar es volver a escuchar a tu amigo o a tu primo a los que ves de año en año: «¿Cómo va novela?».

Esto no lo haría Tarantino, Nolan, Scorsese…

Hola… Juan.

Donde está Scorsese pon Tarantino o Wes Anderson o Hitchcock o Kubrick o… el nombre del cineasta que hayas encumbrado. Tu referente. Para lo bueno y para lo malo. Lo malo suele ser el bloqueo que te crea no escribir una historia digna del director que tienes en el altar.

No quiero perder el tiempo

Recuerdas con frecuencia que tu último trabajo te llevó dos años de tu vida… Y no salió adelante. Ahora, no quieres repetir la experiencia. No quieres darte cuenta de que la vida del artista está llena de borradores. ¿Y qué es un guion sino un continuo borrador?

Demasiado joven o demasiado viejo para…

El paso del tiempo no acrecienta el talento, de la misma manera que los cumpleaños no restan la imaginación ni las fuerzas para trabajar.

El tiempo solo mejora la técnica y los procedimientos de trabajo. La carrera del guionista es de fondo. No hay un mañana, sino este guion, esta historia.

Cuando ser joven es motivo de desesperación o cumplir años conduzca al desencanto, conviene recordar que algunos guionistas comenzaron a tener éxito cerca de la edad de la jubilación de la mayoría de los trabajadores.

Los guionistas no se jubilan, dejan de escribir.

¿Y si funciona?

¿Y si después de todo mis miedos… funciona lo que escribo?

Uno está cómodo con la rutina que hace meses o años ha establecido. La conoce. Una vida tan previsible como una tvmovie de domingo. Si las cosas funcionan… Igual esa rutina desaparece: igual haré cosas que no quiero hacer, cosas que me dan miedo… La rutina del fracasado puede parecer tan placentera.

La vida

«Tal y como está el mundo, no puedo pensar en escribir», te dices.

Pasas las horas mirando en las redes sociales y los grupos de WhatsApp atento a lo que dicen unos y otros de la economía, la política, la ecología…

Cada año un temor colectivo sustituye a otro: un virus, el holocausto nuclear, el terrorismo islámico, un virus… Una rueda que no acaba.

Escribir sin miedo

¿Cómo se puede trabajar con tantos miedos? ¿Cómo proceder? El tiempo puede darte perspectiva. Estos miedos siempre te han acompañado. Mira atrás… ¿Cuánto tiempo te robaron tus miedos? ¿De qué sirvieron? Tan solo te robaron tiempo y energías para enfrentarte a tu programa de escritura.

«El mundo pasa deprisa por tu lado», dice David Lynch. «No puedes controlar nada de lo que pasa fuera de ti. Haz tu trabajo, es lo único que puedes controlar».