Guionistas+IA: ¿El fin de las productoras?

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    Cambiemos la ecuación: los guionistas no deberían temer que los productores usen la IA. Son los productores quienes deberían temer que los guionistas usen la IA.

    El poeta, dibujante y cineasta francés Jean Cocteau, cuya influencia ha llegado al cine de David Lynch, Guillermo del Toro y Wes Anderson, escribió:

    «El cine solo se convertirá en arte cuando sus materiales sean tan económicos como el lápiz y el papel».

    En nuestros días, aunque la IA está balbuciendo, la frase de Cocteau está cerca de ser cierta. Un barco pirata en una taza de café creado por la IA ha impactado menos que la llegada del tren de Lumière, pero a efectos de tecnologías balbucientes son equiparables.

    Hasta hoy, ha sido impensable para muchos hacer una película barata. Es cierto que los presupuestos de filmes como The Blair Witch Project (60.000 dólares) o Paranormal Activity (15.000 dólares) son irrisorios en comparación con las grandes producciones de Hollywood o incluso europeas. Pero 15.000 dólares no están al alcance del común de las personas que desean hacer cine en un mundo donde se viralizan artículos del tipo «cómo ganar 500 dólares extras al mes». Como ya indicó Orson Welles, el cine es el tren de juguete más caro con el que podría soñar un adulto, pero es posible que dentro de unos pocos años esto cambie.

    Un guionista se sentará frente a su ordenador, tecleará las últimas palabras de su guion y, con unos pocos clics, dará vida a toda su visión, con actores, decorados, música y efectos especiales. De la mente de los guionistas a las pantallas del público. Y todo ello realizado con un presupuesto equivalente a una suscripción mensual a una IA. Casi tan barato como para Cocteau comprar lápices y papel.

    En estas producciones, el guionista contaría con absoluto control creativo, no tendría que complacer a ejecutivos de los grandes estudios, y tendría la posibilidad de explorar libremente temas controvertidos o minoritarios que podrían poner nerviosos a los ejecutivos de las productoras. La revolución en el cine podría ser mayor que la que ha supuesto la autopublicación digital. Quizás los grandes medios pasarían de producir contenidos a ser promotores o meros distribuidores de artistas independientes.

    Podríamos asistir a una explosión de voces e historias diversas, a medida que se derrumben las barreras de entrada. En 1991, Coppola dijo que la gran esperanza para el cine eran las cámaras de 8 mm:

    «Y de repente, un día, una niñita gorda de Ohio será el nuevo Mozart y hará una hermosa película».

    Dentro de poco, la niña de Ohio escribirá «prompts» para dar forma a sus fantasías.

    El dinero quizás podría fluir en su mayor parte a los creadores.

    Y, sin embargo, la mayoría de los guionistas miran al futuro desde una posición de temor, como quedó demostrado durante la huelga de guionistas de Hollywood de 2023. Entre las peticiones de los guionistas estaba el control sobre el uso de la IA por los estudios. Realmente, son los ejecutivos de los estudios quienes deberían tener miedo de que los guionistas usen la IA para independizarse. Si esto llegara a suceder, las productoras recrearían como mucho telefilmes de domingo con «prompts» reciclados por directivos carentes de intención creativa.

    Cuando la mayoría de los guionistas se percaten de que sus palabras pueden crear universos enteros con solo pulsar una tecla, la industria se tambaleará. Los guionistas serán como pequeños dioses en lugar de siervos.

    ¿Qué tipo de historias contarás cuando nada se interponga entre tus palabras y tu público?

    Si tienes un guion de corto o largo, puedo ayudarte con la reescritura

    envíame un correo a javiguion@lasolucionelegante.com

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